*La UNAM acordó establecer políticas institucionales para la prevención, atención, sanación y erradicación de casos de violencia de género.

*Por su parte, el CIEG impulsa el conocimiento teórico y aplicado en este ámbito a partir de un enfoque interdisciplinario.

El video de esta actividad se encuentra disponible en:

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Las concepciones relativas a la equidad de género se han venido transformando progresivamente, dando como resultado nuevas prácticas sociales en los campos laboral, educativo, cultural y familiar; incluso, está emergiendo un vocabulario específico que contempla la igualdad entre hombres y mujeres. Es por ello que en las dependencias universitarias es un tema que se ha venido tratando de forma particular, porque es parte de la transformación y de la formación de las generaciones actuales y futuras. “Entonces, es un tema que se debe incorporar gradualmente para lograr que la ciudadanía se vaya formando en cuestiones de género. También hay que recordar que es un tema muy importante, contenido en el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5 de la Agenda 2030”, indicó la directora general de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información (DGBSDI), doctora Elsa Margarita Ramírez Leyva, a manera de introducción a la charla-taller virtual “Equidad de género y prevención de la violencia de género”, realizada por la maestra Alejandra Parra Medina, del Centro de Investigaciones y Estudios Género de la UNAM, y moderada por la maestra Edith Ugalde de la DGBSDI.

Durante su presentación, la maestra Alejandra Parra dijo que -debido a la prolongada pandemia de la COVID-19-, este tipo de evento se hubiera llevado a cabo de forma presencial con el apoyo de diversas actividades lúdicas, que además de divertir a los participantes contribuyen en la sensibilización de un problema que afecta más a las mujeres, y en menor medida a los hombres.

Antes de entrar de lleno al tema, la ponente explicó la diferencia que existe entre el sexo y el género, pues en muchas ocasiones se piensa que es un sinónimo, pero resulta que no: “porque el sexo se refiere a las diferencias y características biológicas, anatómicas, fisiológicas y cromosómicas de los seres humanos, que los definen y categorizan como hombres y como mujeres”. Mientras que el género es el término que se utiliza para hacer referencia a la fabricación cultural e histórica de lo femenino y lo masculino, la cual se define como un conjunto de prácticas, ideas y discursos que determinan el tipo de características consideradas socialmente como masculinas y femeninas.

Al respecto, recordó que un poco antes de los inicios de los años cincuenta del siglo XX las mujeres estaban en plena lucha para que se les permitiera ejercer su voto, lo cual hoy en día es una práctica común entre hombres y mujeres. “Sería impensable que las mujeres en la actualidad permitieran que se les marginara al momento de ejercer su voto.”

La maestra Parra Medina indicó que también es importante comprender lo que significa la identidad de género, que en términos sencillos se puede decir que es la forma como se conciben las personas: por ejemplo, hay mujeres a las que no se les considera muy femeninas por el hecho de que no usan vestido y zapatillas, y en vez de eso prefieran una vestimenta más masculina, porque es la forma como les gusta comunicarse con el mundo y expresar su identidad de género, independientemente del sexo al nacer.

“Aprendimos a ser diferentes, y ese no es el problema sino las desigualdades, porque los hombres no son mejores que las mujeres”. Pero, actualmente, en diversos lugares se les considera como personas de menor rango y por lo tanto no tienen las mismas oportunidades de desarrollo laboral, educativo y cultural.

De hecho, siguen prevaleciendo los estereotipos de género. Es como una forma de encasillar el comportamiento y el papel que deben desempeñar las mujeres y los hombres en el ámbito familiar y laboral, de acuerdo con su sexo biológico. Se sigue pensando que la mujer no puede salir a trabajar porque es la responsable de cuidar a los hijos y atender los deberes de la casa. Es una cuestión cultural, donde se asignan roles específicos tanto a hombres como a mujeres, y que son muy bien aprovechados por la mercadotecnia, la publicidad, la televisión y hasta en los cuentos infantiles, especificó la especialista.

La experta en el tema añadió que dichas diferencias se pueden convertir en desigualdad y discriminación, pues se ha visto que en algunas ocasiones se apoyan en determinadas reglas para que éstas se puedan legitimar, como en el caso de algunos lugares de los Estados Unidos, según sucedió con las personas de color, que en l960 no podían entrar a los sanitarios que utilizaban las personas blancas, tampoco podían acceder a las mismas escuelas o centros de salud.

“Ante esta situación, desde hace mucho tiempo se ha venido trabajando para poder eliminar de nuestra sociedad tanto la desigualdad como los estereotipos”, con la finalidad de inclinarnos hacia el respeto y la diversidad, pero de forma gradual, porque son prácticas añejas que están muy arraigadas en las personas, y les cuesta trabajo comprender que hay individuos que presentan conjuntamente caracteres sexuales masculinos y femeninos, mejor conocidos como intersexuales, que merecen ser tratados con respeto y consideración; conforme lo aseveró Alejandra Parra.

En este contexto, añadió que también se debe tener cuidado con el lenguaje que se utiliza al referirse a las mujeres, porque se tiende mucho a expresarse con un lenguaje sexista, pues si alguna persona le llama “zorra” a una mujer, no se refiere precisamente a la audacia de dicho animal, la palabra tiene otra connotación. Entonces, se trata de una discriminación por razón de sexo; “no sería lo mismo si esa palabra se empleara en un hombre, en el primer caso se trata de una ofensa y en el segundo no.” También, puede tratarse de un lenguaje simulado a través de chistes o letras de las canciones y programas de televisión, pero también tienen el mismo propósito ofensivo. “Pero no hay que olvidar que el lenguaje es uno de los agentes de socialización de género más importantes al conformar nuestro pensamiento y transmitir una discriminación por razón de sexo”, asentó la maestra Alejandra Parra.

Enseguida, se refirió a un aspecto clave en la relación desigual que existe entre hombres y mujeres: -el ejercicio de poder injusto y abusivo-, que cuando se ejerce de forma sistemática y repetida puede causar daño físico o psicológico, porque es mal intencionado, como cuando se afirma: “aquí el que manda soy yo, y las cosas se hacen como yo digo”, y lo único que se provoca con esto es que la persona dominada por dichas circunstancias no tenga un buen desarrollo emocional.

La ponente abundó al respecto, insistiendo que hay un tipo de violencia directa que es visible y otra que es indirecta y no es fácil de percibir; en ellas se involucran aspectos culturales y estructurales. En este último aspecto intervienen construcciones sociales que llegan a ejercer cierta dominación sobre las personas, a través de algunas instituciones como en el caso anteriormente citado, referente al no ejercicio del voto femenino en México, el cual fue promulgado en 1953, mientras que en países más avanzados se dio varias décadas antes y lamentablemente en pleno siglo XXI hay países donde el sufragio femenino está limitado.

Continuó diciendo que, en el primer caso, intervienen aspectos culturales que pueden descansar en los sistemas de creencias o espacios simbólicos como la religión, pues anteriormente algunas mujeres solicitaban un consejo al padre de su iglesia vecinal para saber si era correcto que fueran a votar.

En cuanto al aspecto de la aplicación de la violencia directa, indicó que es un comportamiento deliberado por parte de un agresor hacia la víctima, el cual puede causarle daños físico o psicológico, el cual es muy común que se de en la relación de pareja, donde el esposo agrede a la mujer. Pero según datos estadísticos, esta situación se ha traslado al noviazgo donde 3 de cada 10 adolescentes sufren violencia en noviazgo. De acuerdo, a los números, en el caso mexicano un 76% de adolescentes entre 15 y 17 años han sufrido violencia psicológica y un 17% física; cifras que por su naturaleza son alarmantes. Sumado a esto, un 66% de mujeres de 15 años y más han sufrido violencia de cualquier tipo en México, ya sea en el hogar, el trabajo o en la escuela, afirmó la maestra Alejandra Parra.

“Ello nos habla de un problema que tiene que ver con la violencia de género, pues se trata de una violencia que es ejercida hacia la mujer por su condición, y que entra en el terreno de la desigualdad, donde el hombre impone su fuerza y su domino ya sea de forma verbal o física, tanto en el ámbito público como en el privado; esto afecta a niñas, adolescentes y a mujeres adultas. Y ni qué decir de la explotación y el abuso sexual, del matrimonio infantil, o casos más graves como los feminicidios”.

Para concluir su presentación, se refirió a aspectos más amables que han contribuido a combatir este tipo prácticas y, han impedido que la mujer se desarrolle plenamente en todos los aspectos de la vida, por ejemplo, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, en particular en el ODS 5, así como otros elementos presentes en los 16 objetivos restantes.

 

Nota informativa: María del Rosario Rodríguez León