Semblanza del matrimonio de los señores Almela, Juan Almela y Emilia Castell Nuñez Ma. del Rosario Quiroz Flores Dirección General de Bibliotecas Universidad Nacional Autónoma de México Cuando el matrimonio de los Señores Almela Meliá llegaron a nuestro país en el año de 1942, no se imaginaron los alcances que a través del tiempo alcanzaría la profesión de técnico en restauración. Juan Almela Meliá fue Dr. en Letras, Ministro de Cultura en la época de Alfonso XIII, representante de España ante la Organización del Trabajo, pero sobre todo, un hombre inteligente, hábil capaz y visionario de su tiempo. El arribo de Francisco Franco al poder, unido al estallamiento de la segunda guerra mundial lo decide a viajar a Francia y ahí en sus ratos de ocio, recopila bibliografía suficiente sobre procesos en restauración, profundiza en su estudio técnico y experimental sacando como conclusión que toda ciencia, toda investigación se inicia en un ensayo y la idea personal y práctica que adopta el maestro de la técnica resulta accesible, real, al alcance de todo ser, incluida normalmente en una partida presupuestal, contraria a criterios y técnicas extranjeras sofisticadas y elevadas en costos. De esta manera lo que había sido un arte manual se convirtió en una técnica más. Existían en Europa excelentes instalaciones, rivalizando en eficiencia, sin embargo el Maestro Almela logra una comunicación permanente con el Director del Instituto de Patología del Libro en Italia, el Dr. Alfonso Gallo. El Instituto publica boletines trimestrales con los resultados tanto en el campo científico como en el técnico y así se lanza a la tarea de practicar en Ginebra, Suiza los diferentes procesos en Restauración. Dentro de las ciudades que les ofrece el gobierno español en el exilio para radicar están México y Argentina, decidiendo venir a México. En algún momento, estando en México, el prestigio de los maestros trascendió las fronteras, y en los Estados Unidos les ofrecieron trabajo pero aunque los dólares eran muy atractivos, el agradecimiento para el país fue más grande. Llegar y comenzar la lucha todo fue uno. La guerra mundial ya había traído a este México a numerosos compatriotas y a personas de otras nacionalidades que ejercían muy diversas profesiones. De este modo, no tardó en surgir en sus mentes la pregunta: ¿Cuál será en México la situación de la restauración y conservación de Libros y Documentos? Empezaron por indagar entre los anticuarios: ¿Qué hacían con los materiales impresos sucios y desgarrados? Resultado: con demasiada frecuencia no tenía salida comercial, eran abandonados y aun tirados, por lo que pidieron que antes que hacer tal cosa se les avisara, y que sin costo serían restaurados, dando buenos resultados. Al parecer, no existían entonces en esta ciudad restauradores de libros, grabados y documentos. Juan Almela Meliá, visionario de la necesidad por conservar y restaurar tesoros bibliográficos y documentales, se lanza perseverantemente a la tarea de instituir un espacio como laboratorio-taller en el Museo de Antropología e Historia de la calle de Moneda, y cuando conoció la gran biblioteca, pidió hablar con el Director, el Señor Norberto Noguera, y como decimos ahora, le soltó el "rollo"y dejó una pequeña muestra de la labor que hacían. Como resultado en septiembre del año 1942, entra en funciones el primer taller de restauración y conservación, en la azotea del Museo. Las horas oficiales de labor eran de las 8:00 a las 14:00 hrs., pero solicitaron autorización para realizar algunas actividades fuera de horas de trabajo, mientras encontraban un lugar en donde instalar un taller particular donde no faltase agua. En el garage de una casa pequeña, en la colonia San Rafael, adaptaron y dotaron de charolas de madera forradas de tela ahulada hechas por ellos mismos. Y allí, igual que por el taller del museo, comenzaron a desfilar, como en la canción, "toda la intelectualidad": ministros, rectores, artistas, teniendo de vecino al profesor Julio Torri. En el curso académico de 1953, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, designa al maestro Juan Almela Meliá profesor en la cátedra sobre conservación y reparación de libros y documentos históricos. Resultado de aquel curso fue la graduación de un pequeño grupo de jóvenes que manifestaron y mantuvieron hasta el final un interés y gran entusiasmo por la materia. La realidad fue que esta enseñanza quedó interrumpida al terminar el primero y único curso, sin embargo, se les prometió que en la nueva Ciudad Universitaria se haría una adecuada instalación para desarrollar un plan eficiente en relación con la capacitación de personas para desempeñar la tarea de poner a salvo los tesoros bibliográficos y documentales. En el año de 1956 se inauguraría en el edificio de la Biblioteca Central el laboratorio-taller. La creación de un taller de restauración no fue tarea fácil para los maestros, ya que debió buscarse al personal adecuado y capacitarlo, pensando en el continuo desarrollo tecnológico, metódico y sistemático unido a la investigación científica, fomentando el intercambio de experiencia y técnica en este campo con el extranjero. En este edificio de la Universidad Nacional Autónoma de México quedó instalado un laboratorio con capacidad para 8 operadores, en el cual empezaron a ser asistidos los libros y documentos "enfermos" de Biblioteca Central, En la actualidad asesora y da servicio a las 164 bibliotecas que conforman la red bibliotecaria de la UNAM. Por suerte, en aquellos primeros tiempos en México empezaron a surgir muchos productos, nuevos plásticos líquidos, fibras sintéticas, acetatos, etc., y el matrimonio Almela se avocó a la compra de libros viejos sin valor, para hacer ensayos y experimentos. Los resultados fueron buenos y los materiales suelen conservarse bien a través de las décadas. En aquellos tiempos, un comentario, expresado por el maestro Almela fue decir que en muchos alumnos había cultivado la enseñanza en tierra estéril, sin embargo, en la actualidad existen restauradores que al igual que ellos introducen nuevos métodos, otras técnicas, con entusiasmo y la misma idea de salvar el patrimonio histórico y documental. Sabemos que el camino recorrido no es todo, seguramente es mucho más el que falta por recorrer, habrá que experimentar permanentemente todavía, sin embargo, con la seguridad de que las experiencias de los maestros Almela, traducidas a tecnología y apoyadas científicamente, seguirán siendo aprovechadas por conservadores y restauradores noveles y experimentados. El maestro Juan Almela Meliá fallece el 24 de junio de 1970, quedando al frente del taller su esposa la Sra. Emilia Castell Nuñez, quien durante varios años laboró sola debido a cambios y ascensos en el personal. En el año de 1973, nuevamente llegan al laboratorio 4 técnicos en restauración y se normalizan las actividades hasta 1982, fecha en que decide jubilarse la maestra Almela, falleciendo el 19 de enero de 1991. A 50 años de la restauración en México, queda la satisfacción en los maestros de no haber quitado el trabajo a nadie, y por el contrario, haber traído un modo de servir al país honestamente. El aprecio, el agradecimiento y la enseñanza se demuestran en diferentes formas. Nuestra más sincera admiración a los maestros Juan Almela Meliá y Emilia Castell Nuñez. |