XVIII Conferencia Internacional sobre Bibliotecas Universitarias: Capacidades lectoras, informativas, digitales, transmedia y de investigación en la formación de los profesionales del futuro, realizada del 26 al 28 de octubre de 2021

*Las bibliotecas han transformado algunos de los servicios presenciales, al pasarlos al contexto digital, y han impartido programas a distancia para los usuarios lectores, entre otras acciones.

*El texto original ya no es una entidad cerrada, sino que puede ser penetrada por distintas personas y autores que lo han convertido en una entidad plástica, abierta e ilimitadamente modificable.

*Los sistemas educativos siguen enfocados en la adquisición de conocimientos, menos que en el pensamiento crítico, lo cual resulta problemático porque la alfabetización informacional se enfoca de manera puntual en el pensamiento crítico.

* Los estudiantes han adquirido una serie de alfabetizaciones a lo largo de su vida, y cuando entran en el campo de la alfabetización mediática se pretende que desarrollen la comprensión razonada y crítica de la naturaleza de los medios de comunicación de masas, que conozcan las técnicas que utilizan y los efectos que estas técnicas producen.

Los videos de esta actividad se encuentran disponibles en:

Sesión 1. https://www.facebook.com/bibliotecasUNAM/videos/372245444629774

Sesión 2. https://www.facebook.com/bibliotecasUNAM/videos/987667341962931

Sesión 3. https://www.facebook.com/bibliotecasUNAM/videos/917528655528027

Sesión 4. https://www.facebook.com/bibliotecasUNAM/videos/422477696182230

Sesión 5. https://www.facebook.com/bibliotecasUNAM/videos/235401958500419

Es un hecho, que las bibliotecas universitarias han jugado un papel estratégico ante el reto que tienen las instituciones de educación superior al no detener sus funciones sustantivas de docencia, investigación y difusión de la cultura; las cuales se han continuado en modalidad virtual desde el inicio de la emergencia sanitaria de la COVID-19.

En este contexto, las bibliotecas han continuado innovando e implementando modalidades en el acceso y uso de la información. También han transformado algunos de los servicios presenciales, al pasarlos al contexto digital, y han impartido programas a distancia para los usuarios lectores, entre otras acciones, como lo indicó la directora general de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información (DGBSDI), doctora Elsa Margarita Ramírez Leyva, en sus palabras de inauguración de la XVIII Conferencia Internacional sobre Bibliotecas Universitarias: Capacidades lectoras, informativas, digitales, transmedia y de investigación en la formación de los profesionales del futuro, llevada a cabo en línea.

La titular aprovechó la ocasión para recordar que hace diecinueve años fue organizada la primera conferencia, y hoy en día se ha convertido en una tradición por su variedad temática y la calidad de sus panelistas. Y no podía ser de otro modo, pues aún en medio de la pandemia “las bibliotecas han logrado asumir los retos en cuanto al acceso a la información, lo que les ha permitido reafirmarse como espacios necesarios para que todos los grupos poblacionales accedan a un conocimiento confiable, y han fungido como garantes del acceso a la información”.

La doctora Ramírez Leyva también especificó que la presente conferencia, como las anteriores, tiene la finalidad de abordar temas de vanguardia, analizar, conocer experiencias, revisar tendencias actuales y perfilar prospectivas de acción desde diversos enfoques, a partir de una mirada bibliotecológica y también desde otras disciplinas. “Por su parte, el profesional de la información ahora tiene la oportunidad de posicionarse como un actor estratégico en el complicado vínculo entre un voluminoso universo informativo y el universo de las diversas comunidades.” Todo ello en medio de un ecosistema híbrido en el que se deben propiciar las interrelaciones entre el mundo real y el digital, donde dicho profesional tiene la oportunidad de asumir diferentes roles, entre ellos el de asesor, curador de contenidos, educador, orientador y negociador, entre otros más, concluyó la titular.

Para el desarrollo de los trabajos se contó con una variada gama de conferencistas de gran nivel, algunos de ellos conferencistas magistrales, especialistas en los temas propuestos en el programa de esta décima octava emisión de la Conferencia, en formato virtual. Pero todos los panelistas -en su conjunto- destacaron por ser extraordinarios representantes de importantes instituciones académicas y de reconocidas entidades bibliotecarias, provenientes de países como: Argentina, El Salvador, España, Estados Unidos, Indonesia, Portugal, Países Bajos, México y otros países más. Resultado de ello fue la conformación de un mosaico de propuestas y experiencias.

Los trabajos arrancaron con la conferencia inaugural ¿Los últimos días del libro?, dictada por el doctor Raffaele Simone, quien señaló que el libro no se había enfrentado a un cambio tan radical como cuando ingresó a lo que él denominó como la media esfera, un término que utilizó para referirse al mundo digital que nos rodea. Y añadió que no sólo el libro ha cambiado, también ha cambiado la forma de escribir, de publicar, de circular el libro, y en un caso más extremo ha cambiado la función de las librerías, los editores, y en el caso particular de las bibliotecas se están inclinando a la desaparición del libro en papel por falta de espacio, para optar por el formato digital.

“Antes de que el triunfo de los pixeles y los nuevos materiales como el grafeno sea asimilado, sería útil preguntar qué se ganará y qué se perderá cuando el papel impreso desaparezca del mundo, creo que se ahorrará espacio ya que el papel impreso es voluminoso y frágil. Y por su parte, las grandes bibliotecas probablemente anunciarán que sus grandes estantes terminarán hechos polvo”.

Dicho así, el panorama no luce nada alentador, ya que el doctor Raffaele Simone adelantó que lo anterior llevará a cerrar cadenas enteras de suministro, fábricas, industrias, papelerías y gradualmente seguirán las bibliotecas y las librerías para ser sustituidas por Google Books, en su postura de la gran biblioteca universal.

Y dijo que, más allá de eso, al desaparecer el papel como soporte del libro se perderá el software que el libro de papel silenciosamente incorpora, pues no cuenta con las características multimedia, porque no se puede presionar el lápiz sobre una palabra y entrar a una enciclopedia, o dar un clic en el nombre de un músico e indagar más sobre su vida y obra, como se puede hacer en un libro en línea. “Ello no es garantía para que se facilite la lectura, porque lo que realmente sucede es que se desestructura porque se interrumpe y se pierde la concentración”.   

Expresó que, a pesar de ello, han cambiado las formas de acceder al libro, las formas de leerlo, denominadas por el especialista como factores ecológicos de cambio, impulsados por una explosión de lo visual con respecto a las demás formas de adquisición del conocimiento. Se ha convertido en una especie de supremacía el hecho de adquirir información y conocimientos a través de la visión de imágenes, pero sin descifrar palabras, ya que el video impone el ritmo propio del avance de las imágenes; al contrario del libro, donde el lector es quien impone dicho ritmo a medida que avanza en la lectura, apoyado por los conocimientos previos que ayudan en la interpretación de lo que se lee.

Luego, en el marco de los cambios en la forma de leer, Raffaele Simone indicó que de acuerdo con la concepción clásica de la lectura donde el lector tenía que quedarse solo frente al texto, hay un contraste con la concepción digital que permite una interacción multimedia. “El texto original ya no es una entidad cerrada, sino que puede ser penetrada por distintas personas y autores que se han convertido en una entidad plástica, abierta e ilimitadamente modificable”.

Añadió, que por otra parte las propias editoriales permiten extraer del libro sólo las partes que le interesan a cada persona, logrando una especie de antología personal de fragmentos de diferentes libros.

Por último, señaló que todos los cambios mencionados no son puramente técnicos, pues considera que son fenómenos que alcanzan lo profundo, que influyen en la manera de elaborar la información y los conocimientos; que están a punto de crear una nueva forma de mentalidad no proposicional, término propuesto en uno de sus libros en donde señala que la práctica proposicional es típica de quienes consideran que la experiencia sí es relevante y tiene que ser expresada con palabras organizadas en oraciones, conjunto de oraciones y finalmente en textos.

“Esto lleva a pensar que lo digital separa a las personas en lugar de acercarlas, ya que se está solo ante una pantalla, aunque se piense que se está unido por medio de una red donde se envían y reciben mensajes. En este sentido, otra de las apuestas de la media esfera es la creación de bibliotecas enteras, pero sin libros”.

Más tarde, en la primera conferencia magistral “Reimaginando la alfabetización informacional en la era de las emociones, los algoritmos y la cuantificación”, dictada por la doctora Sonja Spiranec, se refirió a algunas tendencias de la alfabetización informacional (ALFIN) poniendo en primer término la parte de las emociones, porque son un aspecto de la información y sus prácticas, las cuales han sido ignoradas por mucho tiempo; además se cuenta con poca información al respecto. “Anteriormente, se les enseñaba a los estudiantes como un proceso directo que estaba basado en decisiones racionales y se les daba a los usuarios fuentes de investigación y una lista de criterios para palomear.” Luego se esperaba que llegaran a una conclusión lógica, pero ahora se sabe que dicho proceso no era tan directo, es más complicado porque también se sabe que conlleva muchos factores y fenómenos psicológicos que interfieren o tienen ciertos sesgos.

Puntualizó que muchos de estos factores no racionales están basados en emociones y determinan nuestras interacciones con la información, así que de algún modo el usuario no es tan racional como tal, pero el acercamiento a la información que se recibe sí debe serlo.

“Por supuesto que se quiere que el usuario piense críticamente sobre los recursos, y que luego los distinga y los valore, pero también se necesita revisar la manera en que se pueda llegar a este punto, porque no sólo el recurso es importante, hay que asegurarse de que el usuario sepa que su pensamiento y sus interacciones informativas tienen una carga emotiva”.

Dijo que otra tendencia o influencia importante sobre la ALFIN es la creación de algoritmos en general, pues cubre diferentes temas; es decir, es como una forma de ver los diferentes cambios en la infraestructura de la información, que tiene nuevas características como la estratificación de la información, la desintermediación, la personalización extrema y la codificación entre otros aspectos. Esto sucede con la reintegración de los medios sociales, que son plataformas digitales por naturaleza.

“Durante mucho tiempo se ha sabido que estas tendencias tecnológicas han tenido un impacto muy grande en las formas cómo se evalúa la Alfabetización de la información o las formas de acercarse a ella, y esto es lo que sucede ahora con los algoritmos”.

“Uno de los retos importantes en la ALFIN, es cómo enseñar al usuario a navegar sistemas diseñados para la atención y apreciación algorítmica, que no son necesariamente sistemas suficientemente transparentes. Antes era más claro enseñar al usuario a encontrar información académica, o información en un catálogo, pero ahora en tiempos de la llamada posverdad se podría ver como una especie de crisis epistemológica”.

Sonja Spiranec agregó que la tercera tendencia se refiere a la cuantificación, la cual podría ser integrada en diferentes modos, pues a todos se les pide que presenten pruebas y evidencias de su trabajo, que realicen un determinado número de trabajos y que cumplan con ciertos estándares. En ello está incluido el desarrollo de programas educativos, lo cual lleva a sentarse a la mesa y dar resultados, objetivos de aprendizaje y demás cuestiones.

Por último, indicó que lo mismo sucede con las bibliotecas y aquí la pregunta es saber si se debe resistir a dichos requisitos de cuantificación y resultados mensurables, o será mejor verlo como una oportunidad. “Ahí está el dilema, porque si se rechazan las prácticas con base en estándares mensurables se corre el riesgo de que las bibliotecas pierdan su puesto en el contexto del aprendizaje de los estudiantes.” Por otro lado, los sistemas educativos siguen enfocados en la adquisición de conocimientos, pero menos que en el pensamiento crítico, lo cual resulta problemático porque la alfabetización informacional se enfoca de manera puntual en el pensamiento crítico.

Para la segunda conferencia magistral, titulada La biblioteca como interfaz. De la crisis al rediseño, se contó con la presencia del doctor Carlos Scolari quien señaló que la idea clásica del concepto de interfaz se entiende como la zona de interacción entre el sujeto y la máquina digital. Más aún, si se extiende el concepto se podría decir que cualquier máquina, cualquier tecnología es una interfaz, por ejemplo, el teléfono de disco pues el ser humano siempre tiene una interfaz, una zona de interacción.

Dijo que otra definición más es la que se elaboró en su grupo de trabajo, la cual es entendida como una red que conecta a actores humanos, entidades institucionales y tecnológicas, debido a que en la interfaz se dan diferentes relaciones y procesos en todos los niveles como en el caso de los usuarios con el teléfono, los ingenieros que diseñaron dicho teléfono y la compañía telefónica, que a su vez depende del Estado y así sucesivamente.

“Si este concepto se amplía, la idea se podría aplicar a diferentes espacios de interacción como en el caso del aula, también entendida como una interfaz, donde se tiene a los alumnos, a los profesores y a los directivos, por citar sólo a algunos actores”.

Lo mismo sucede con los museos, las librerías y las bibliotecas. En esta última interfaz se tiene un mayor número de actores, entre ellos están: los lectores, los bibliotecarios, el personal técnico y administrativo, los académicos que se encargan de la digitalización de los fondos bibliográficos y todos los actores externos como los editores y los proveedores de material. Todos ellos interactuando y compartiendo procesos, procedimientos, tecnología y diversas acciones, entre otros aspectos.

“Y como en todo, cualquier interfaz puede presentar problemas, un mal funcionamiento o una crisis como en el caso de los museos, la política, la educación y la biblioteca, pues todas en su conjunto tienen una característica en común, que son interfaces que nacieron o se rediseñaron hace mucho tiempo, como sucedió con la escuela pública, que nació en el siglo XVIII y después se terminó de pulir todo el sistema educativo que se conoce, o la biblioteca, que se remonta a los registros estatales de las ciudades antiguas como Mesopotamia, o la Biblioteca de Alejandría, y más tarde las bibliotecas de la Edad Media, y hasta llegar a la biblioteca moderna”.

Carlos Scolari añadió que, al igual que algunas interfaces educativas, las bibliotecas han sabido adaptarse a lo largo de tiempo y quizá parezca lenta su transformación debido a que la transformación tecnológica va muy rápido. “Y qué decir de la crisis sanitaria que provocó la COVID-19, que vino a evidenciar las limitaciones de todas las interfaces sociales creadas en la modernidad, las cuales han tenido que repensarse, identificar sus limitaciones, problemas y tensiones”.

Aclaró que al vivir en momentos de incertidumbre se tiende a la toma de conciencia y el aprovechamiento de oportunidades. En ese sentido la biblioteca puede incorporar nuevos actores tecnológicos, pero no es suficiente porque hay que reconfigurar las relaciones dentro de esta interfaz y otras interfaces con las que se relaciona, como la universidad.

También, dijo que es necesario repensar los procesos para un mundo post pandemia con la incorporación de nuevos protocolos, la reincorporación de nuevos actores tecnológicos, humanos o institucionales y establecer las relaciones entre ellos. De este modo hay que repensar en actores, relaciones y procesos, porque muchos se vieron interrumpidos o desmontados debido a la pandemia; por ello es necesario ponerlos de nuevo en marcha y aprovechar el momento para modificarlos o volverlos más flexibles, concluyó el especialista.

Más tarde, en la tercera conferencia magistral: “Alfabetización múltiple y formación en TIC”, el doctor Alfonso Gutiérrez Martín fue construyendo sobre la marcha un documento multimedia interactivo con la comunidad asistente al evento, ya que compartió su presentación en el chat interactivo de la conferencia, como una forma de rescatar muchas ideas vertidas por los conferencistas a lo largo del evento. Enseguida describió los diversos términos expuestos por los especialistas como son: la multialfabetización, la alfabetización múltiple, la alfabetización multimedia, la transalfabetización y la alfabetización transmedia, con la finalidad de encontrar un término contenedor que englobe a todos. Aclaró que él por su lado lo restringe a TIC y medios como parte de una alfabetización múltiple en todas las áreas, porque les permite a las personas llevar una vida digna, responsable y participativa en el marco de una sociedad democrática.

Añadió que los términos van en torno a tres sustantivos: alfabetización, educación y -el más reciente-, competencias, más los componentes de lo digital, informacional, mediático y multimedia. También señaló que en una de las participaciones se habló de todo tipo de alfabetización, pero como -ya se dijo- la alfabetización múltiple puede ser el término menos complicado, debido a que es necesaria para enfrentar al nuevo milenio, pues será la que capacite a las personas para utilizar los procedimientos adecuados al enfrentarse críticamente a distintos tipos de textos y valorar lo que sucede en el mundo. Sería como el compendio de todas las demás.

Aclaró que al hablar de TIC y medios se tiene la intención de explicar que estos tienen que ver con la adquisición, integración, aplicación de conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes y valores, es decir, lo que trata de recoger el término de competencias. Y como ahora la época en la que vivimos tiende a llamarse la sociedad de la información y el conocimiento, entonces resulta conveniente hablar de la alfabetización en la era digital, o lo que sería la educación para los medios en la era digital.

Alfonso Gutiérrez también dijo que se cuenta con el término de competencias digitales si se habla de alfabetización digital, de comunicación y de colaboración a través de las tecnologías digitales. Así como, de la creación de contenidos digitales y de resolución de problemas. Términos que se mueven en las áreas de la información, la comunicación, la expresión, la resolución de problemas y la seguridad.

“A lo largo de su vida los estudiantes han adquirido una serie de alfabetizaciones, y cuando entran en el campo de la alfabetización mediática se pretende que desarrollen la comprensión razonada y crítica de la naturaleza de los medios de comunicación de masas; que conozcan las técnicas que utilizan y los efectos que estas técnicas producen. Es decir, que cuenten con una educación mediática que les brinde la oportunidad de dejar de ser sólo un receptor crítico y un consumidor, para transformarse en productor de contenido”.

Por último, Alfonso Gutiérrez dijo que en este marco también entran las competencias que deben tener los bibliotecólogos al enfrentarse a los requerimientos laborales que impone el trabajo fuera de la biblioteca, por ejemplo, la banca o el sector económico, porque el núcleo básico de la alfabetización múltiple debe ser compartido por todos, y sería muy bueno saber hasta qué punto se cuenta con un nivel básico de competencias. Porque la función de estos profesionales de la información no se limita a facilitar recursos didácticos, sino que debe organizar sus propias actividades de alfabetización, gestión bibliográfica y educación orientada a la ciudadanía digital.

Luego fueron presentadas las mesas redondas que abordaron de una forma muy precisa los temas, que en términos generales trataron sobre la “Lectura múltiple, alfabetización tecnológica y pensamiento crítico para el desarrollo de capacidades informativas”, donde los panelistas plantearon que el hecho de saber leer y escribir por lo general se atribuye a los niveles básicos de la enseñanza, pero se ha visto que en el nivel superior y de posgrado se tienen ciertos problemas para expresarse por escrito, y para revertir el problema se debe entender que leer y escribir son procesos continuos del aprendizaje a lo largo de la vida.

“Pero desde el punto de vista de la investigación psicolingüística se ha mostrado que la lectura es un proceso interactivo de construcción de significados en el que el lector despliega un intenso trabajo intelectual que incluye la formulación y verificación de hipótesis, la elaboración de inferencias y el establecimiento de relaciones, tanto entre la información del texto y los conocimientos previos del lector”.

Se añadió que siempre que se lee se interpreta y la comprensión de lo que se lee está determinada por la capacidad o por los referentes que se tienen para la interpretación, y muchas veces esto no coincide con lo que los profesores esperan que se interprete, debido a que se considera que en la lectura se van a encontrar los significados que están en el texto; como si el lector nada más tuviera que identificar significados, cuando en realidad se tiene que interpretar lo que se lee y construir significados a partir de lo que se sabe, para que luego se haga un ajuste entre la interpretación del lector y lo que planteó el autor.

También se manifestó que eso sería lo más idóneo, pero en las prácticas educativas de la educación superior no sucede así y pocas veces se les da la oportunidad a los estudiantes de hacer aproximaciones sucesivas a la comprensión e interpretación de un texto, o que se realicen actividades donde se tenga la oportunidad de relacionar las hipótesis de unos estudiantes con las de los otros, confrontarlas y discutirlas.  

Con respecto al acceso a la información, se indicó que hace mucho tiempo se pensaba que la escuela era la institución que debía dar acceso a ella, y es algo que permaneció en el imaginario porque en pleno siglo XXI basta con dar un clic en los diversos dispositivos para acceder a ella. Más bien, ahora, de lo que se debe estar atento es en la selección de la información para poder construir criterios basados en su pertinencia y confiabilidad.

En su momento fue presentado un proyecto realizado en la DGBSDI, denominado Proyecto de estructura informacional de frontera, consistente en aplicar un modelo lingüístico didáctico para fomentar la producción de manuscritos, académicos dirigido a los alumnos, profesores e investigadores con la finalidad de facilitar y reconocer la calidad mínima necesaria al momento de sustentar la lectura, la escritura y la publicación de reportes, ensayos, tesis, libros, o para la publicación en revistas de difusión. De igual modo, se tiene la intención de apoyar a la comunidad en la realización de sus proyectos de investigación.

Se mencionó que este tipo de modelos son muy pertinentes porque en la actualidad los aspectos técnicos, lingüísticos y editoriales son muy abrumadores, al grado de que su influencia lleva a muchas personas a experimentar una etapa de sedentarismo tecnológico y didáctico, lo cual no permite el aprovechamiento y optimización que las universidades requieren de sus estudiantes. En este sentido, el equipo de trabajo del proyecto desarrolló tareas específicas para proporcionar servicios de información cuantitativa y cualitativa. El grupo está integrado por profesionales de diversas disciplinas y entre ellos se encuentran los bibliotecólogos y profesionales de la información, los cuales actualmente trabajan con dos grupos:  profesores de idiomas y profesores y alumnos de la Facultad de Química de la UNAM.

Por último, se plantearon una serie de consideraciones para poner en funcionamiento el modelo, entre las que destacan: encontrar la mejor manera de resolver las inconveniencias que provocan frustración y emprender el camino ante un futuro pandémico, porque de momento la pandemia ha conducido a la implantación de nuevas alternativas de enseñanza presencial, híbrida o completamente presencial, todo depende de las condiciones sanitarias.

Asimismo, se consideraron los hábitos y competencias más exitosas de los diversos grupos de profesionales proyectados para un futuro, por ejemplo, la evolución de las fuentes de información que han empoderado a los especialistas de la información. Igualmente, se determinó el conjunto de herramientas clave para desarrollar contenido y satisfacer las demandas de información para los usuarios contemporáneos y futuros.

Sobre la sesión de “La alfabetización digital: una competencia indispensable en el ecosistema social de la información”, se dijo que, de acuerdo a un estudio español realizado en 2020, los datos estadísticos indicaron que aproximadamente un 99.2 por ciento de los universitarios son los que más practican la lectura de libros, revistas, periódicos, foros y redes sociales. Sin embargo, en el análisis de los resultados se observó que la lectura especializada era poco desarrollada, incluso que esta iba a la baja.

Se aclaró que las cifras también arrojaron que un 23 por ciento de los universitarios realiza esta actividad motivados por el estudio o el trabajo, por lo cual se decidió realizar la investigación a partir de la lectura del libro, pues se consideró que era el mejor género, porque se puede tener la mejor evidencia del verdadero compromiso de un lector universitario. De igual modo, se puede conocer en qué medida el libro sigue desempeñando esa función, principalmente en las ciencias sociales y las humanidades.

Para el desarrollo del estudio se conformó un equipo de trabajo, que también observó que dicho decremento se debía a que el libro ha perdido gran parte de la centralidad que tenía como transmisor de conocimientos, sobre todo en las áreas citadas, beneficiando con ello a otros sistemas que son igual de legítimos y que han ido ganando preponderancia en el desarrollo de la docencia universitaria, pues ahora se prefiere la lectura de artículos en revistas, los blogs, la Wikipedia y las redes sociales.

Se detectó que a pesar de que en el libro el alumno profundiza en los temas de estudio, este ha cedido su papel a la lectura de artículos en acceso abierto, porque la primera lectura exige tiempo, concentración, continuidad, disciplina y exigencias cognitivas. Y un estudiante joven universitario ahora está más acostumbrado a la lectura fragmentada, más rápida y superficial; de ahí surge la capacidad persuasiva del profesor para convencer a sus estudiantes para que lean libros, porque es una función transversal dentro del discurso docente.

En otro sentido, por lo que corresponde a la alfabetización digital se indicó que es necesario reconocer que la incorporación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) no pertenece propiamente a un ámbito educativo, más bien corresponde al ámbito social, porque es un recurso que aprendieron a usar los estudiantes y los profesores en su vida cotidiana, y poco a poco fue incorporado a los espacios formativos.

Se señaló que así fue como se empezaron a reconocer ciertos puntos de análisis en los espacios formativos, para asumir a dichos instrumentos tecnológicos como un punto de formación en los procesos de colaboración y de ciertas estrategias didácticas e innovación educativa. En este sentido, las TIC fueron incorporadas de manera informal dentro del proceso educativo formal y se convirtieron en modalidades emergentes, pero no se relacionaron directamente con una modificación en la temporalidad, en la espacialidad, en la evaluación y en el aprendizaje en el escenario educativo presencial.

“Pero de alguna manera dichas innovaciones modificaron el comportamiento de las personas, porque los estudiosos en el tema se percataron de su utilidad en el proceso educativo y se tuvo que hacer un análisis de sus efectos, para determinar que, a pesar de la función modificadora de los recursos tecnológicos, se seguía cumpliendo con la finalidad de la educación relativa a la formación de personas críticas”.

Sin importar que se estuviera desarrollando nuevos aprendizajes, independientemente de las diversas disciplinas del conocimiento, se sigue cumpliendo con la finalidad educativa, porque la educación propiamente está centrada en el contexto social y nunca ha sido un proceso estático.

En este sentido, se dijo que las TIC por su lado han podido trascender al otorgar algún beneficio al grupo social al que se pertenece. También se han visto modificaciones en el aula como, por ejemplo, un cambio de intereses de los estudiantes, los diversos dispositivos que se incorporan, la consulta de contenidos en otras temporalidades y otras necesidades sociales.

“Esto obliga a las escuelas a aprovechar las capacidades de aprender en cualquier momento y lugar, a consultar diversos contenidos y formatos, y a eliminar las barreras del tiempo y el espacio. Pero no quiere decir que al contar con dispositivos los estudiantes se posicionen dentro de la alfabetización digital. Ello no garantiza que la brecha digital sea menor, porque se requiere: el desarrollo de habilidades intelectuales y socio afectivas para explorar las fuentes de información que proporciona la web; entrar en el terreno de la socialización de la información; la producción de mensajes multimedia que sean críticos y reflexivos; utilizar eficientemente ciertas herramientas tecnológicas y contar con la habilidad para comunicarse eficazmente a través de las TIC”.

Además de contar con las habilidades de la alfabetización informacional, la cual requiere que el alumno desarrolle conocimientos y habilidades cognitivas para buscar, seleccionar, analizar, la información críticamente, así como, reconstruirla, e interpretarla y recrearla con la finalidad de otorgarle significado.

Por lo que se refiere a la narrativa transmedia, se dijo que es un tópico poco explorado en el ámbito bibliotecológico, pero que si se trabaja en las unidades de información se podría abonar al campo de la alfabetización digital, que -como ya se dijo-, una de sus finalidades es la creación de contenidos en entornos digitales. Y como es de esperarse, para las bibliotecas los entornos virtuales de enseñanza y aprendizaje son todo un desafío, pues es necesario entender cómo se dan los procesos educativos mediados por la tecnología, y concretamente para entender cuál es su rol. “El principal desafío será entender al bibliotecario como un tutor que va a alfabetizar digitalmente a los estudiantes, los docentes e investigadores para que sus procesos académicos sean más exitosos”.

Para entender mejor el término se le definió como una especie de relato donde la historia se despliega a través de múltiples medios y plataformas de comunicación, en el cual una parte de los consumidores asume un rol activo en ese proceso de expansión. Porque, por una parte, se tiene una historia que se cuenta en formatos que van desde un libro hasta una película, incluso un cómic, la cual llega a un determinado público que lo consume. Por otro lado, esos mismos receptores no se limitan a consumir, amplían ese contenido narrativo con nuevas piezas textuales.

“Para el caso de las bibliotecas se podría aprovechar su vasto acervo literario para crear clubes de lectura en formato virtual y ponerlo en práctica a través de la plataforma de Facebook abriendo la puerta a la acción creativa”.

Estas ideas fueron reforzadas en la mesa redonda denominada La alfabetización transmedia hacia la evolución informacional. En ella se dijo que al tratar de entender las nuevas formas de analizar a la educación no sólo se dirige la mirada a las tecnologías, también es necesario plantear la falta de capacidad analítica y la falta de comprensión crítica de lo que se considera una cultura participativa, entendida como el potencial de un cambio cívico al permitir el desarrollo de las habilidades crítico-reflexivas necesarias para vivir en sociedades cada vez más mediatizadas.

Se especificó que en el análisis también se debe tomar en cuenta las cuatro dimensiones fundamentales de la alfabetización mediática: el acceso, el análisis, la evaluación y la creación y producción. Todas las dimensiones son importantes para el desarrollo de las competencias mediáticas, pero, la competencia del acceso es una condición básica. No obstante, no se garantiza la alfabetización de los alumnos; sería más conveniente contar con competencias de diversas alfabetizaciones y combinar sus diferentes gramáticas para que una persona pudiera ser considerada como alfabetizada y para poder desempeñarse adecuadamente en los entornos digitales y sus ecosistemas. Por ello es necesario contar con habilidades de manejo frente a la radio, la televisión, el teléfono móvil, las redes sociales, los ordenadores, la publicidad, la prensa y las plataformas digitales, entre otros ámbitos.

“Pero no sólo se necesita contar con las habilidades necesarias, también entra en juego la valoración de las competencias, como son: el pensamiento crítico, la comprensión y lectura crítica, y la participación y expresión de los alumnos.” Esto, por un lado, porque estas diferentes habilidades no han recibido la misma atención y no se han valorado de la misma manera, lo cual llevó a los especialistas en el tema a realizar estudios con un grupo de alumnos portugueses de secundaria; así, de acuerdo con una muestra de 679 jóvenes, se pudo determinar que contaban con buenos niveles de competencias técnicas, pero con niveles moderados o bajos de competencias de lectura y análisis crítico, así como de producción y participación.

Se indicó que en un estudió más se observó que algunos estudiantes tenían dificultades con aspectos básicos de lectura, lo cual preocupa porque la lectura es una herramienta fundamental para los ciudadanos de diversas edades. Otro grupo más reducido de estudiantes logró el dominio de tareas de lectura más complejas, como distinguir entre hecho y opinión, cuando leyeron sobre un tema desconocido.

“Esto da lugar a pensar que la brecha digital no se basa solamente en la desigualdad en el acceso, sino en las diferencias en la capacidad de uso, análisis y producción, es necesario centrarse más en las personas que en las plataformas, en lo que saben y no saben, en sus habilidades de alfabetización”.

En una experiencia más, realizada en Argentina, se trabajó en el tema de las estrategias para poder incluir a los estudiantes que recién ingresan a la universidad en las modalidades de la narrativa y las alfabetizaciones. Se detectó que, si bien los nativos digitales tecnológicamente manejan los dispositivos, saben usar el software, saben hacer un video, saben editarlo, saben hacer un tutorial y un podcast, también saben intervenirlos, cambiarlos o añadirle valor, pero adolecen de un uso crítico de la realidad digital que nos rodea, y aquí es donde intervienen los profesionales de la educación y la información.

“Dicho de otra forma, son individuos que están alfabetizados digitalmente, que manejan con soltura los dispositivos, el software y las plataformas, pero tienen fallas en la alfabetización informacional”.

De igual forma, se argumentó que son individuos que aprenden a manejar el software, saben transformarlo y agregarle valor, pues cada persona le puede ir agregando un comentario, un like.

“Pero esto, no es narrativa transmedia, porque se utiliza el mismo lenguaje, por ejemplo, en un PDF. Para entrar en el campo de la narrativa, por ejemplo, con la misma historia de un PDF se podría hacer un hilo en Twitter o en WhatsApp, o un video en Tik Tok”.

Se hizo énfasis en el hecho de que la generación actual de jóvenes se caracteriza porque: les gusta utilizar las tecnologías multimedia y tienen una preferencia por los dispositivos móviles y las selfies grupales; producen contenido digital en grupo como los videos y la música; disfrutan al compartir sus colecciones de fotos; realizan actividades en conjunto porque valoran la sociabilidad en grupo, pero ahora lo hacen condimentando con lo digital y la integración.

Para concluir, los panelistas dijeron que dicha alfabetización se debe enfocar en los individuos para ayudarles a desarrollar las competencias que los convertirán en ciudadanos digitales críticos; para que valoren y aprovechen sus saberes digitales. “Por ello, hay que focalizarse en lo que están haciendo con los medios digitales de forma colaborativa, y ayudarles a complementar las demás alfabetizaciones con las que ya cuentan”.  

Reseña informativa: Ma. del Rosario Rodríguez León