Descubridor de Información

*Conferencia realizada en el marco de la celebración del Día Nacional del Bibliotecario en México.

*Los profesionales de la Bibliotecología deben tomar conciencia sobre los principios y valores que conforman la ética de esta disciplina y sobre la prestación de los servicios.

El video de esta actividad se encuentra disponible en:
https://www.facebook.com/bibliotecasUNAM/videos/704449290413247

Por primera vez, y desde que fue establecido el 20 de julio como Día Nacional del Bibliotecario en México, la celebración de este importante acontecimiento fue realizada por la Dirección General de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información (DGBSDI), de la Universidad Nacional Autónoma de México de forma virtual debido a la pandemia de la Covid-19, con una conferencia relevante: “Ética bibliotecaria”, dictada por un invitado especial, el doctor Adolfo Rodríguez Gallardo, ex director general de la anteriormente Dirección General de Bibliotecas, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información de la UNAM, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y emprendedor en el campo de la automatización de los procesos bibliotecarios, entre otros importantes aspectos.

En su papel de moderadora, la doctora Elsa Margarita Ramírez Leyva, directora general de la DGBSDI, reseñó los aspectos curriculares más destacados del doctor Rodríguez Gallardo, y se mostró agradecida por la participación del ponente en el marco de este día, “…que tiene como objetivo reconocer la labor diaria de los profesionales en esta materia, que a pesar de las circunstancias tan adversas provocadas por la contingencia sanitaria, no han dejado de ofrecer la atención en línea a sus diversas comunidades de usuarios y público en general”.

Al entrar en materia, el doctor Adolfo Rodríguez señaló que es muy oportuno reflexionar sobre la importancia que tiene para los profesionales de la Bibliotecología el tomar conciencia sobre los principios y valores que conforman la ética de esta disciplina y sobre la prestación de los servicios.

Advirtió que el tema de la ética es muy extenso y lo delimitó a un concepto más perceptible: “la ética es una parte de la Filosofía que se encarga de los principios y valores que tiene una determinada sociedad: fundamentalmente se trata de una reflexión moral de principios, y puede ser que éstos cubran a la sociedad en su totalidad o a una parte de ella, o a una profesión determinada”. Luego desarrolló el tema de forma más precisa.

En este sentido, indicó que también se puede definir a los principios éticos como una forma de ejercer la libertad de los individuos, pero sin olvidar que existen ciertos reglamentos y leyes en los cuales se puntualizan las prohibiciones de ciertas conductas o acciones indebidas, y en el caso de que se lleguen a violentar algunas de las disposiciones establecidas se puede aplicar la sanción correspondiente.

En el caso, de que alguna persona determine por sí misma conducirse bajo ciertas normas, y si en algún momento desvía su camino hacia algo incorrecto ella misma trata de enmendar su conducta inadecuada valiéndose de sus propios medios, o través de un autocastigo, enfatizó el especialista.

De esta forma, el doctor Rodríguez Gallardo mencionó que dichos postulados indican el buen o mal proceder de las personas, y forman parte de la ética general de la sociedad, pero también se aplican a la actividad profesional, porque son valores comunes: por ejemplo, el hecho de no robar y no mentir.

El ponente reiteró que los principios éticos se refieren a la libertad de cada individuo y éste decide si los acepta o no, “pero en dado caso de inclinarse por no aceptarlos se corre el riesgo de ser excluido por la comunidad o grupo al que pertenece”, porque al final de cuentas existe una legislación o reglamentación que obliga a las personas a acatar ciertas normas de buena conducta.

Pero, apuntó que en el caso de la actividad bibliotecaria se podría decir que no existe algún castigo para aquellos profesionales que no cumplan con sus funciones en tiempo y forma. Es por ello que los principios éticos que rigen a la profesión bibliotecaria son una guía práctica para los bibliotecarios y también para los servicios que ofrece la biblioteca: de hecho, existen códigos bibliotecarios que promueven la reflexión de los principios y orientan sobre el establecimiento de políticas, entre otros aspectos.

El conferencista aclaró que algunos de los principios bibliotecarios se han ido modificando, como el que se refería a la posibilidad de dar acceso a la información a un grupo reducido de personas, porque se les consideraba más cultas o educadas, y que hoy en día, es un derecho que tienen todas las personas, indistintamente.

“En este sentido, el principal valor que tiene el bibliotecario y la biblioteca es el servicio que presta a la comunidad, y el bibliotecario se tiene que asumir como un servidor del usuario y como una guía para saber utilizar los recursos de información. Es por ello que el servicio es la esencia, en el cual van a girar otra serie de principios y valores”.

Adolfo Rodríguez dijo que de ahí nace la necesidad de estudiar, reflexionar y transmitir los valores propios de la profesión, “porque los postulados éticos son los que le dan sentido a la Bibliotecología, pues sin ellos dicha disciplina sería una serie de prácticas desarticuladas y sin propósitos definidos”, con respecto al servicio que se presta a la sociedad.

Aunado a ello, mencionó que los principios y la metodología propia de dicha materia son los factores que van a convertir a la Bibliotecología en una disciplina científica. Es por eso, que resulta de gran importancia que las escuelas de bibliotecología se esfuercen por difundir dichos principios, pues se ha visto que en los planes y programas de estudio resulta difícil encontrar algún curso o temática que aborde el tema de los principios y valores que conforman la ética.

“Si nosotros no reflexionamos en las escuelas sobre esos principios y valores, entonces estamos convirtiendo a nuestras escuelas en un centro de transmisión de habilidades: sólo transmitimos la forma de cómo hacer las cosas y no reflexionamos en el por qué y para qué hacerlas”.

Dicho de otra forma, “no se trata de transmitir únicamente las técnicas, el mayor valor radica en la transmisión de los conocimientos, los valores y la metodología”, para que la sociedad alcance a distinguir los principios valorativos de la profesión.

En esta explicación, el doctor Adolfo Rodríguez aprovechó la ocasión para hablar de otro tipo de valores como la libre circulación de ideas, de creencias y de acceso a la información, porque ello conduce a la reflexión de que no hay verdades absolutas, ni autores que tengan más razón que otros. “Esto sería equivalente a cerrar la puerta a quienes piensen diferente”.

De lo que se trata es de conformar sociedades más justas, tanto en lo económico como en lo social. Por lo tanto, el bibliotecario reconoce “la otredad” y acepta la diversidad de personas como una búsqueda para conformar una sociedad más justa, y no pretende ser más tolerante sino respetar a otras personas, religiones y opiniones, puntualizó.

Otra cuestión abordada por el académico fue el referente al cambio de denominación, que en el caso del bibliotecario se ha aplicado el nombre de documentalista, infotecario o científico de la información. “Ello nos lleva a preguntarnos si estos términos tienen los mismos valores de los que ya hemos hablado: y si no los tienen, cuáles serían los valores de su actividad y cómo podría identificarlos la sociedad. También se debe pensar en una metodología y unos principios diferentes”. De ser así, se debe aceptar que hay cambios en los servicios, en la tecnología y en las tradiciones, pero los valores deben ser permanentes.

Finalmente, dijo que otro valor que debe ser común para este tipo de profesionista, independientemente del nombre que se le aplique, es el relacionado con la defensa del material resguardo, pues en ocasiones y dependiendo de la política aplicada por las autoridades se solicita su retiro, pero nadie más que el bibliotecario conoce su valor intelectual y a quién va dirigido. De igual forma, el bibliotecario debe defender la propiedad intelectual de los autores, el libre flujo de información y la preservación del material, la libertad de lectura, la difusión del conocimiento, a los mismos usuarios, y el reconocimiento de estos principios y valores que le dan sentido a la profesión.

Para cerrar el evento, la doctora Elsa Margarita Ramírez Leyva dijo que “nada más oportuno para la reflexión sobre el compromiso social que tienen los profesionistas de la Bibliotecología, en el marco de la celebración del Día Nacional del Bibliotecario en México, que los planteamientos vertidos en torno a los principios y valores que conforman la ética de esta disciplina y sobre la prestación de los servicios”.

“Son aspectos cruciales porque la ética debe estar presente en el pensar, en el sentir, en el actuar y en la metodología. También es cierto que muchos pensamos en la forma de cómo hacer las cosas y nunca nos ponemos a preguntar para qué y para quién”. Por lo tanto, se debe trabajar mucho en el tema, concluyó.

Reseña Informativa: Ma. del Rosario Rodríguez León